La conversión de San Saulo
¿Cómo es que Saulo, un empedernido perseguidor de Jesús y sus discípulos, llegó a amar y servir apasionadamente a Jesús? ¿Cómo es que llegó a ser el gran San Pablo, el propagador más grande del cristianismo del mundo de entonces y el autor de trece Cartas? ¿Cómo es que este Pablo que confiesa en Hch 26:11: “Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras”, va a decir en Gálatas 2,20: “Ya no soy yo quien vive. Es Cristo que vive en mí.”
Y es en este camino a Damasco, de furiosa persecución, que Dios le hace el gran llamado. “De repente le rodeó una luz venida del cielo. Cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. La luz ciega sus ojos físicos, pero le abre los del alma. La voz lo remece en lo más hondo de su ser haciéndolo exclamar: “¿Quién eres Señor?” (Hechos 9,3-5). Notemos que lo llama Señor. Esta es una palabra griega con la que se traducía del hebreo la palabra “Yahvé”. Ciertamente un judío ortodoxo y versado en las Escrituras como Saulo, nunca utilizaría el término “Señor” para referirse a nadie más que a Dios. Al reconocer que Jesús de Nazaret es el Señor, al que él consideraba como un Mesías impostor, está admitiendo que este Jesús es el Dios que se había revelado a través de todo el Antiguo Testamento. Más adelante escribirá que nadie puede ser un auténtico cristiano si no cree y confiesa que Jesús es el Señor (Romanos 10:9).Comienza así para Pablo una nueva relación con los cristianos de Damasco que él había planeado encarcelar: “Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.” (Hechos 9:19). Y lo mismo hizo cuando fue a Jerusalén: “Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos” (Hechos 9:26)
San Lucas, autor de los Hechos de los apóstoles, nos narra la conversión de San Pablo en tres ocasiones diferentes: (Hechos 9:1-22) (22:6-16) (26:12-18). Y para que entendamos bien la magnitud de su conversión, nos describe al Saulo antes de su conversión. En Hechos 7:58; 8,1 nos habla de la intervención de Saulo en la muerte de Esteban a quien él consideraba promotor del cristianismo: “Los que estaban apedreando a Esteban dejaron los vestidos a los pies de un joven que se llamaba Saulo”. Nos narra la pasión con que perseguía a los discípulos: “Entretanto Saulo hacia estragos en la iglesia, entraba por las casas, arrastraba a hombres y a mujeres, y los metía en la cárcel.” (Hechos 8, 3). No se le pasa por alto que Saulo para consolidar oficialmente la persecución pidió aprobación de las autoridades: “Entretanto Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén”. (Hechos 9,1-2)
“Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer” le replicó Jesús (Hechos 9,5-6). Saulo se doblega, y nace Pablo, el apóstol. Reconoce no sólo que Jesús es el Señor, sino que también admite que al perseguir a sus discípulos, está persiguiendo al Hijo de Dios. De ahí en adelante Pablo hará todo lo que el Señor le mande (Hechos 9:8-9). Y él, en su plan perfecto, lo primero que hace es integrarlo a la naciente Iglesia. Lo envía a Ananías, quien escuchando la voz de Dios, recibe al recién convertido: “Ananías partió inmediatamente y entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: “Saulo, hermano mío, vengo de parte de Jesús, el Señor, el que se te apareció en el camino por el que venías, para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo”. (Hechos 9,17)
Jesucristo le había indicado a Saulo, a través de Ananías, cuál sería su misión: “Instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). Así, para Pablo, evangelizar llegó a ser una necesidad: “¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!”. Nunca perdió de vista que todo se lo debía a Dios. En sus propias palabras afirmó ser “el peor de los pecadores” (1 Tito 1:15). Nadie puede jactarse de la salvación como algo que haya logrado por sí mismo, o de lo que sea merecedor (Efesios 2:9).
Conmemoramos la Conversión de San Pablo, el 25 de enero, fecha en la termina la Semana de Oración entre todos cristianos del mundo.
Video para una explicación breve.
Se agradece tu comentario.😉
Buen tema para compartir en tu blog, es bueno que conozcamos la historia de nuestro santo patrono.
ResponderEliminarEs a quien los San Pablistas como nosotros deberíamos tomar su ejemplo.
ResponderEliminarUn gran cambio.
ResponderEliminarHay que seguir su carro ejemplo de conversión.
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